19 ago 2007

HISTORIA EN TRANSANTIAGO



Son las ocho y media de la mañana y Cindy Valenzuela, de 20 años, espera el recorrido de la línea alimentadora B14, que pertenece a la empresa Buses Gran Santiago. La gente ya comienza a hacer pequeños grupos en la esquina de Bolivia con Colombia y las caras de insatisfacción se hacen notar. Sin embargo, Cindy parece optimista y dice que encuentra una buena idea en Transantiago. Agrega que lo único malo es la frecuencia. “Las micros pasan cada cierto tiempo, a veces estoy hasta 40 minutos esperando y no hay luces de micro”.

Cindy estudia arquitectura en la Universidad Mayor, con sede en Portugal, se demora una hora en llegar y la mayor parte del tiempo debe cargar con materiales y maquetas que requiere su carrera. El alimentador la deja en el metro, estación Einstein, y sigue hasta la estación Santa Isabel. Antes de que entrara en operación Transantiago, Cindy salía de su casa y debía caminar (sin que importara la lluvia, truenos o relámpagos) cinco cuadras hasta llegar a Avenida El Salto, donde tomaba la 155. “Ahora tomo micro y metro, debo hacer trasbordo, pero corro menos peligro y no camino las cinco cuadras de vuelta cuando llego a las diez y media de la noche”.

Peligro a toda hora…
-¿Te ha pasado algo desagradable en la B14?
-El otro día, a eso de las dos de la tarde, iba en la micro de pie, al lado de la ventana. La micro frenó de repente, justo frente a un auto que salía de un estacionamiento. El conductor del auto se enojó porque el chofer no lo dejó salir y le dio un topón a la micro. El chofer se bajó a encarar al tipo. Yo estaba mirando todo desde la ventana. El tipo del auto empezó a buscar desesperado algo en la guantera de su auto.

Cindy dice que lo primero que se imaginó fue que buscaba un lápiz para anotar la patente de la micro y poner alguna constancia o denuncia posteriormente. Pero su sorpresa fue tal, cuando ve que el hombre saca una pistola y apunta amenazante hacia el chofer. “Todos los que íbamos a ese lado de la ventana sentimos miedo, incluso algunos se cambiaron de asiento cuando se dieron cuenta de lo que pasaba. Yo quedé para adentro. Si el arma estaba cargada, la bala pudo haber salido en cualquier dirección y herir a cualquiera”. Afortunadamente el incidente no terminó en mayores proporciones y fue sólo un gran susto. El chofer se dio cuenta de que la situación se podía escapar de sus manos, entonces optó por ignorar la gresca y seguir el rumbo del recorrido.
El peligro siempre está y no discrimina hora, sexo, lugar y, mucho menos, si usted viaja en metro, troncal o alimentador.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A estas alturas, el transantiago se ha vuelto una pesadilla para los que no tenemos locomoción propia, dudo de que alguien haya sido favorecido con este sistema:
1º la locomoción no es directa hay que hacer trasbordo y eso es pérdida de tiempo.
2º Los paraderos estan como a 300 metros uno de otro.
3º Según los choferes han sido capacitados para un mejor servicio, y paran cuando se les ocurre dejando a la gente literalmente botada e indignada porque significa esperar una hora más.
Conclusión: Por la mala ocurrencia de unos pocos, estamos pagando todos y no sabemos hasta cuando.